Carla Cordua |
Domingo, 23 de Diciembre de 2007 22:02 |
Aunque es filósofa hasta los huesos -traductora y comentadora de Heidegger, entre otras gracias- y se codea tupido y parejo con la trascendencia, Carla Cordua no reniega para nada de la vida cotidiana. Al contrario, cree que la filosofía desligada del ser en su condición de habitante de la contingencia, del aquí y ahora, no tiene mucho asidero. Y por eso es que junto con sus sesudos libros de filosofía "dura" nos empezó a deleitar con pensamientos surgidos al calor de la vida de todos los días; impresiones de sus lecturas, de sus escritores favoritos, de los espacios de poder que se aprecian en la convivencia diaria, en fin, de la vida misma. Con perspicacia, lucidez y elegancia. Algo que ella no hubiera publicado nunca si no fuera porque su marido -el filósofo de las Ciencias Rodolfo Torretti-, no hubiera encontrado sus cuadernos de apuntes. Y gracias a esta "intromisión" de su marido, ha sido posible que vea la luz una interesante producción literaria, que no es fácil encasillar. Allí están sus Ideas y Ocurrencias (Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura, Ril Editores, 2001); Cabos sueltos (Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 2003; con este libro estuvo nominada al Premio Altazor, en categoría Ensayo), y Nativos de este mundo (Edit. Universitaria, 2004). En 2005 publicó Partes sin todo, una antología de sus columnas (inédita y ya publicadas en los diarios), donde sigue regalándonos con sus reflexiones, su amplia cultura y, sobre todo, su sabiduría. Carla Cordua, una intelectual "de primera necesidad" que nos enorgullece a todos, es miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, profesora emérita de la Universidad de Puerto Rico y profesora titular de la Universidad de Chile. Desde 1996 también es Profesora Titular Asociada del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Pertenece al Comité Asesor de la Revista de Filosofía (Santiago de Chile), de la Revista Latinoamericana de Filosofía (Buenos Aires, Argentina), de Thémata (Sevilla, España), de Diálogos (Río Piedras, Puerto Rico), y de Apuntes Filosóficos (Caracas, Venezuela) También es miembro del International Women´s Forum. Entre sus obras más "académicas" están :Filosofía a destiempo: Seis ensayos sobre Heidegger (Santiago de Chile, 1999); Luces oblicuas (Santiago de Chile, 1997); Wittgenstein: Reorientación de la filosofía (Santiago de Chile, 1997). LECTORA SOLITARIAY Carla Cordua, además de filósofa y escritora es, obviamente, una lectora insaciable y empedernida. Vivió la infancia recorriendo diferentes lugares de Chile, por el trabajo de su padre y no tuvo una instrucción escolar formal sino hasta los 12 años. Sin embargo, según cuenta, aprendió a leer sola, a los cuatro años, preguntando cómo sonaban las letras que veía escritas. Desde ese momento, se devoró todos los periódicos y libros que caían en sus manos. También aprendió sola algunos idiomas (lee latín, italiano y lee y habla inglés, alemán y francés), simplemente leyendo y leyendo, con algunas clases y más que nada diccionario en mano, hasta dominarlos. La afición por los libros y los diarios se ha mantenido desde su niñez.. "Me interesa lo de todos los días, lo que está pasando, lo que dice y hace la gente; me interesa la historia, cómo ocurren las cosas, cómo las planeamos de una manera y resultan de otra, siempre diferente". Cree que esta actitud no se contrapone con la Filosofía, la que es "más interesante si se logra entroncar con los problemas cotidianos". Agrega que es un error pensar que esta disciplina sólo debe preocuparse de los problemas eternos, descuidando el día a día de su centro de atención: el ser humano. Su cercanía con la literatura está presente desde su juventud, durante la cual fue una poeta compulsiva. "Empecé por creerme poeta, desde los 14 a los 22 años, luego de lo cual esta afición se detuvo bruscamente". Su abundante producción, tecleada en una "antediluviana" máquina de escribir, aún permanece archivada, mientras su autora ya no escribe versos, pero sigue leyendo, releyendo y disfrutando todos los poemas del mundo. Y esta filósofa tiene muy claros sus "libros marcadores". La han remecido Los hermanos Karamazov y Los demonios, del escritor ruso Fedor Dostoiewski. "Creo que éste es uno de los más grandes novelistas que han existido", dice, También admira profundamente al escritor checo Franz Kafka, cuyos libros ha leído en alemán, idioma en el que Kafka, dice, "alcanzó cumbres tan altas como lo hizo el filósofo Wittengstein". Este último es uno de sus favoritos. De Kafka destaca la mezcla de lo terrible y trágico con lo cómico, combinación que también se da en la tragedia griega. "Las situaciones sin salida, el fracaso permanente de los planes humanos, se convierte en material cómico". Sobre La Metamorfosis, una de las obras centrales de este autor, señala la luz que entregan las circunstancias biográficas del escritor, quien se sentía en su propia vida como un insecto y sentía también el desprecio que el mismo Gregorio Samsa, el protagonista del libro, sintió como individuo y como el insecto en el que se transformó. Pero para leer y releer Carla Cordua tiene un gran favorito: El Quijote, la obra cumbre de Cervantes. "Para leer y releer nada como el Quijote, que es tan rico en su contenido que no se agota nunca.", dice. La lectura, en general, tiene para ella un profundo sentido formador e integrador de talentos. Ella nos permite, señala, "llegar a ser todo lo múltiples que podamos y evitar quedar encerrados en la estrecha cárcel de nuestra primera personalidad". |