Ha escrito ensayos, obras de teatro –La muerte y la doncella es conocida y representada en todo el mundo- novelas, cuentos para niños. Sensación causó en los inicios de los '70 su obra "Para leer al Pato Donald", convertido en un clásico de la crítica a los medios. Pero luego su tema recurrente ha sido la dictadura, el fantasma de Pinochet, los torturadores. Le cuesta olvidarse de los seres queridos que quedaron en el camino y todo vuelve, una y otra vez, en formas diferentes, que atrapan a lectores en todo el mundo.

Es requerido por importantes medios internacionales, donde vierte su pluma desinhibida, lo cual a muchos les molesta, porque le increpan protestar desde su cómodo asiento de catedrático de la Universidad de Duke, en el propio país que suele denostar con algo de ahínco. Pero sobre todo, Dorfman es solidario. Ayuda a muchos programas sociales y personas en Chile y en el mundo y cuando le escribimos desde Libro Libre no dudó en entusiasmarse con esta idea algo peregrina. Tanto se entusiasmó que nos mandó –desde Estados Unidos- veintiséis de sus requeridos libros, los que liberamos antes de la conversación virtual que sostuvo con sus seguidores a través de www.librolibrechile.cl en enero pasado.

Y aquí van las respuestas de este flaco y desgarbado adolescente eterno, con la rebeldía y la energía de todo joven imperecedero...

Cuéntanos cómo fue tu acercamiento a la lectura.

Me tardé mucho en aprender a leer. Porque era tan hiperactivo que era imposible quedarme en un solo lugar el tiempo suficiente como para fijar las letras. Finalmente, mi mamá logró, a los siete años y medio, enseñarme - en un viaje largo en barco - la lectura, y desde entonces, estuve ávido de todo lo que tuviera que ver con libros. Pero recién empecé a escribir a los nueve años, porque antes de eso me gustaba el dibujo.

¿Qué libros te han remecido o marcado a lo largo de tu vida y por qué razones?

Todos. En cada momento de la vida hay un libro y para cada página de un libro momentos de vida. Es lo único en que soy avaro y acaparador: tengo tantos libros que . . . bueno no quiero contarles lo que dice mi mujer Angélica cuando vuelvo a casa con uno nuevo y otro más. Lo que pasa es que tenerlos ahí, tan cerca, sabiendo que todos los mundos imaginables y todas las posibilidades y todos los pensamientos se encuentran a dos dedos de distancia y saber que otros están leyendo eso mismo, que somos todos hermanos y hermanas entre la cubierta de un libro que compartimos y entender, a la vez, que todos respondemos de una manera diferente al texto supuestamente idéntico, bueno, no hay alegría mayor.

¿Por qué deberíamos leer? ¿Qué libros recomendarías, como fundamentales para leer y releer?

Por placer. Para no morir. Para crecer. Para meternos adentro de la piel ajena. Para entender que estamos en esta tierra en forma muy transitoria y que la muerte no existe.

No quiero recomendar uno, porque son tantos los que me gustan y a los libros los siento como padres o como hijos o como amigos y decir éste quiero mas que a este otro, lo siento casi como una traición.

Pero si tengo que quedarme con uno en aquella isla en que naufrago, sugiero el más inacabable de todos: El Quijote.