Aramís Quintero : "La lectura es placer y juego" |
Domingo, 12 de Agosto de 2007 23:26 |
¿Comemos por placer o por deber? La pregunta es frontal y no deja lugar a dudas. La respuesta es unánime: Por placer, por gusto y esto, por añadidura, nos alimenta, nos nutre y nos refuerza. Lo mismo sucede con la lectura y en esto el escritor y profesor Aramís Quintero en enfático. Nadie puede acercarse a la lectura si lo que le ofrecen no le atrae, no le habla a su emotividad y a su ser íntimo. ¿Queremos que los niños saboreen poesía y prosa y crezcan como buenos lectores? Pues bien, démosles un alimento delicioso, que puedan paladear y degustar y se les quede prendido en los sentidos y en el alma, como el más gustoso de los platos. En su curso el profesor Quintero destruye mitos, clichés y malas prácticas asentadas en esta relación de amor y odio entre los libros, los niños, los jóvenes y, por supuesto, los futuros adultos. "Se lee por placer y en esta relación estrecha entre el libro y el verdadero lector -aquel que construye sentido a partir de la escritura-, se amplía el mundo, se crece, se agudiza la sensibilidad, se conoce, se aprende". Quintero se centra en esta relación vital, cuyos ejes son nada más ni nada menos que el placer y el juego-, la cual generará, por sí sola, y en forma secundaria, todos los otros aspectos, por añadidura. Obligar a un niño a leer para aprender valores -el nefasto moralismo-, o para conocer algunas palabras o para esta u otra materia -el también nefasto didactismo-, es tan fatal como obligar a alguien a comer tales y cuales alimentos sólo porque tienen vitaminas y minerales, aunque sean los más desabridos del mundo.
Adiós a las armas...del pasado
De la mano de su postura radical y fundamental, Aramís Quintero quiere remecer a profesores, bibliotecarios y gestores culturales, para que abandonen los paternalismos, las imposiciones absurdas y la parafernalia que adorna y deforma la relación del niño con la prosa y la poesía. "Para eso está la palabra, a través de la cual podemos encantar y sorprender; no es necesario ser actor, ni realizar un gran despliegue escénico para imponer la magia frente a un niño o a un grupo de niñoz", señala. Y la poesía, "esa cenicienta", es su arma para enfrentar a las poderosas fuerzas de la contralectura. "Suele olvidarse que mucho antes que el hombre pudiera y necesitar hilvanar una historia, ya emitía, presumiblemente, sonidos cuyos ritmos y modulaciones, regidos por la emotividad, las sensaciones, los instintos, estaban ya en camino de lo que iban a ser los lenguajes diversos pero afines de la plegaria, el canto, el conjuro, la poesía". Y Aramís, poeta y prosista para chicos y no tan chicos, se centra en la poesía para despercudir las malas prácticas utilizadas en la escuela y la casa. Para dar a los niños un verdadero banquete de magia y juego. "Los profesores, en los colegios, deberían entrenarse en la preparación de lecturas poéticas en voz alta, con repertorios escogidos por ellos según su gusto. Y podrían también ofrecerles lecturas poéticas a los padres y apoderados de los niños, como parte de un trabajo de sensibilización con la poesía que ganara así el apoyo de la familia". A sus alumnos de la Universidad Silva Henríquez ya los previno de los caminos inapropiados -en un curso que durará hasta noviembre- señalándoles, con su inconfundible acento caribeño: "La afinación del oído y la sensibilidad para la poesía, nos iría librando de a poco de esa obsesión del didactismo y los mensajes valóricos, que sacrifica el placer lúdico y el juego de la imaginación; y nos iría librando también, sobre todo en el caso de la poesía para niños chicos, de toneladas de simplezas y tonterías no infantiles sino infantilistas, que muchas veces no tienen ni siquiera sentido del ritmo y de la métrica". Aramís no se anda con chicas, aunque rompe lanzas por todos los chicos del mundo. Es un peleador de la palabra y por ello a sus alumnos de la UCSH también les leyó un poema suyo de largo título, pero de mensaje corto , preciso y contundente::
Historia de una lectura para niños que acabó en tragedia
En cierto día de festejos alguien pensó que sería buena una lectura de versitos para los niños de una escuela. Y se invitó a poetas serios y poetisas muy risueñas: eran poetas para nenes y poetisas para nenas. Y les juntaron muchos niños para que oyeran sus poemas. Poemas sobre animalitos y florecitas mañaneras, sobre el respeto a los mayores, sobre lo buena que es la escuela, y muchas cosas de ese tipo, unas valiosas y otras tiernas, para que los queridos niños se enternecieran y aprendieran. Y todo era chiquitito, como los niños, en los poemas. Y en vez de niños decían "pillos", y hasta "pilluelos" y "pilluelas", y les decían "pequeñines", "duendes traviesos y traviesas." Pero las cosas increíbles ocurren cuando no se esperan. Todos los niños bostezaron con una sola boca inmensa, y abrieron más y más la boca, y se tragaron a los poetas, a los poetas para nenes y a las poetisas para nenas. La gente nunca volvió a verlos, ni en esa ni en ninguna escuela. (Y se preguntan, preocupados, si habrá escapado algún poema.) Y con el tiempo aparecieron muchas historias y leyendas. Dicen que los poetas siguen dentro de aquella boca negra, mirando al cielo de la boca por si se ve caer una estrella, y viendo que una campanilla voltea sobre sus cabezas. (Así ocurrió, por un bostezo, el cuento aquel de la ballena que se tragó al pobre Jonás, aunque Jonás no era poeta.) Aramís Quintero Octubre 2006 |