Pierre Jacomet : "Si todos leyeran habría democracia, pero no imperio" |
Sábado, 11 de Agosto de 2007 23:00 |
Leer mucho es bueno para la democracia, dice
Pierre Jacomet, pero puede no ser tan bueno para un escritor primerizo.
Porque ser un "poco iletrado" puede dar osadía, dice, para enfrentar la
creación, la que le falta a aquél que por leer mucho, ya sabe que no
hay nada nuevo bajo el sol.
"Todo lo que se le pueda ocurrir a uno ya fue dicho y un cierto grado de incultura da temeridad", dice, con esa sabiduría que a él, más que los libros y la erudición -que la tiene, y mucha- se la ha dado la vida. "La sabiduría no tiene mucho que ver con el conocimiento, sino con la forma de capitalizar la experiencia de vida", dice. "El sabio está conforme con lo que tiene y con lo que es; no odia lo que sobra ni echa de menos lo que no tiene". La infelicidad, agrega, surge por la multiplicación de los deseos y no tiene nada que ver con el estatus económico. Alguien que tiene mucho, siempre aspirará a tener más. Y cita a Epicuro y a Séneca , quienes ya hablaron de esa eterna tensión que surge en el hombre que no vive el hoy y está vuelto hacia el pasado y el futuro, dos espacios que no existen, y que caen en la nada, para el no creyente, o en la mente de Dios, para los que creen. "El futuro es una opinión", dice, refiriéndose a ese "va a pasar algo, cuando la vida siempre tiene más imaginación que nosotros", señala. Pierre Jacomet nos ha regalado su lucidez en cada uno de sus libros, los que empezaron a llegar al público recién en el año 2000, después que este autor fuera, entre otras cosas, un exitoso empresario, pianista, traductor, y por sobre todo, amante de los libros. Y como tal concibió "Un viaje por mi biblioteca", como una especie de guía para sus hijos y nietos, guía que ahora ha sido adoptada como una verdadera "biblia" por muchos jóvenes, quienes son sus más fervorosos seguidores. GUIA DE VIAJE "Soy un lector, antes que nada, y admiro a todos los escritores", explica, señalando que su elección es intuitiva, basada en el gusto, pues hay libros que simplemente no le llegan. "Ordené a los autores hacia atrás, en forma cronológica, desde el presente al pasado, eligiendo los que más me gustaron". Y da algunas recomendaciones, como evitar leer las críticas o comentarios de un libro antes de leer el propio libro. "Los críticos tienen una formación académica y se plantean de una manera profesional", dice, agregando que en nuestro país hay muy buenos críticos literarios, "pero cuando uno los lee, queda desalentado". Por eso, la mejor política es ir directo al objetivo, enfatiza: El libro que tenemos entre manos. Era la postura de su maestro, Jorge Luis Borges, a cuyas clases asistió en Buenos Aires. "No lean nunca un comentario, sólo escriban", les decía en esas clases maravillosas, verdaderas obras de arte de oratoria, recuerda. Pierre Jacomet también tiene su posición bien definida frente a las traducciones. Concuerda con el "traduttore, tradittore", porque, dice, "un idioma no puede evocar las mismas imágenes que otro; es como tocar la Novena Sinfonía en acordeón". Pero así como Rilke no es lo mismo en alemán que en español, también hay traducciones que han superado al original, como Las Palmeras Salvajes, de William Faulkner, traducido por Borges, o libros que se leen mejor en otro idioma, como Las Crónicas Marcianas, que son mejores en español que en inglés, según comenta. Y Jacomet sabe de idiomas. Aprendió a leer -en castellano y en francés-, a los 4 años y a los 6 ya dominaba el inglés. Por eso cree firmemente en el "traductor, traidor", en el caso de las traducciones de Milan Kundera al español, totalmente dañadas, frente a las traducciones francesas, que, según dice, "son una maravilla.". También recordó, junto a los conductores, las excelentes traducciones realizadas por escritores como Cortázar, Pablo Neruda, Nicanor Parra., de autores como Whitman, Kafka, Shakespeare. Leer, dice Jacomet, "es como un viaje". Y él tiene su método para viajar por las páginas impresas. Aunque sólo se deja llevar por la intuición y por el gusto, cada cita del autor le señalará un nuevo viaje. Irá al autor citado y leerá los libros que se citaron, una forma de abarcar el universo al que se quiso apuntar, y de cotejar el punto de vista del escritor que ha querido traer a colación algo dicho en otra parte, por otro creador. De libro en libro, Jacomet tiene muy claro que el letrado podrá tener sus bemoles -como ser tímido para lanzarse a escribir- pero a él no le contarán cuentos . "Los medios visuales-y esto ya lo ha señalado Bobbío- pueden manipular con mucha facilidad la opinión iletrada, porque se cree que todo ocurre por primera vez. Pero la política, las instituciones, ya estaban en Egipto, en Sumeria, en Roma; la rueda de la historia es siempre la misma: éxito, desmesura, colapso". Cuando comienza a surgir el sarcasmo, dice- un Woody Allen, un Oscar Wilde, un Voltaire, un Rabelais, un Cervantes- viene la decadencia del imperio. "Si todos leyeran, habría democracia, peor nunca imperio", reflexiona. LUZ TRAS LA OSCURIDAD En su último libro, "La lucidez del abismo", Pierre Jacomet deja un poco la guía por las páginas impresas para explayarse en lo que nos puede regalar a borbotones: Su lucidez, su experiencia de vida. "Creo que hay que penetrar en lo más profundo de uno mismo, hay que ir al lado oscuro, llegar a conocernos y a perdonarnos, asumirnos, para desde allí lograr la luz", señala. "Mientras no nos conocemos, actuamos sin lucidez, a ciegas; hay luz en el fondo de la quebrada, pero hay que bajar al infierno para subir al paraíso". Su libro quiere ser esperanzador, especialmente para la juventud. "Ellos enfrentan un mundo terrible y están asustados, por eso busco la forma de entregarles esta esperanza, aunque a veces es difícil", dice. Por eso distingue muy bien entre los agoreros, los que hablan de todas las catástrofes -"porque ellos están hablando del imperio"-, y los lúcidos, aquellos que pueden dar señales de la luz que podemos alcanzar. La pluma de Jacomet recién está comenzando a trabajar. Ya prepara un Anecdotario, con las mil y una peripecias de su vida. Una vida en que ha habido grandes transacciones internacionales, hasta el secuestro propio y el de los hijos. Y tan sorprendentes como el encuentro con la anciana de 84 años que, después de una muy buena propuesta y de pensarlo un poco, se negó a venderle una financiera en Nueva York. Sus razones: "La financiera me da demasiados problemas, si la vendo empezaré a inventármelos, y me moriré más luego". Pierre Jacomet también habló del mundo griego, de su democracia selectiva, y de la sexualidad "regulada", porque el término "homosexualidad" sólo existe desde el siglo XIX. Los niños intocables hasta los 8 años; luego, hasta los doce, recluidos en el gineceo, con las mujeres, asexuados, y más tarde, con la primera barba, su maestro podía penetrarlo. Pero la concepción tan marcada de lo pasivo, como femenino, y lo activo, como masculino, impedía que llegaran a participar en la vida política aquellos que se quedaban en el rol pasivo. Pierre Jacomet, sin duda, un lector y un lector aprovechado.
Artículo de Raquel Azócar Escamilla Entrevista de Vivian Lavín y Mario Valdovinos. Programa “Vuelan las Plumas”. Radio Universidad de Chile. 2004.
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