Laura Restrepo : "Estamos junto al abismo de la locura" |
Sábado, 11 de Agosto de 2007 22:53 |
Delirio, la aclamada novela de la
colombiana Laura Restrepo, es una metáfora de Latinoamérica. "Me
interesaba el tema de la tenue línea que separa la cordura de la
locura, de ese abismo de soledad, esa lengua extranjera que no acabamos
de descifrar, pero me inquietaba también esa tenue línea que separa la
locura exterior de la tuya propia , esa cosa tan loca que estamos
viviendo nosotros mismos en Latinoamérica", dice Laura Restrepo. Agrega
que "le parecía interesante captar un momento particularmente caótico
de Bogotá", refiriéndose a esa, según ella, indefinible e indescifrable
capital colombiana. Y dice que los años '80 fueron precisamente eso,
fue un momento de caos total, de apogeo del tráfico de la cocaína, en
Medellín y Cali, con sus respectivos carteles. "Pero la que saltaba con
los bombazos era Bogotá", dice. Por eso Pablo Escobar es también el eje
de este relato, un telón de fondo tan delirante como el propio delirio
de del personaje central, Agustina. Un tipo de extracción popular,
discriminado y despreciado por las clases altas, lo que lo hace
extremar la violencia e inundar a Colombia con el lavado de dólares.
Con ello, dice Laura Restrepo, logró comprarse a los mismos que lo
despreciaban y de paso manejar no sólo a la economía colombiana, sino a
gran parte de la economía mundial. Una actividad no reconocida, "de
cuello y corbata", donde el fenómeno permeó hasta algunas de las más
distinguidas familias colombianos. Escobar se compadeció de la "pobreza
de los ricos de su país", a los que no sólo compró, sino que manipuló
exitosamente con su poder de vida y muerte. La
escritora dice que le costó dar forma a Agustina, "la loca", quien
pierde la razón de un día para otro, aparentemente sin "razones". La
locura de Agustina, el personaje principal de la novela Delirio, tiene
sus raíces en el pasado, en los acontecimientos familiares. "Somos una
sociedad azotada por grandes mentiras", dice Laura Restrepo. "Son esas
mentiras -sobre el sexo, sobre el poder, sobre las personas- esos mitos
que hay en todas las familias, como si la sociedad no fuera los
suficientemente dura", reflexiona. Ella no es capaz de decodificar esas
mentiras, dice. Le
interesaba mucho el tema de una sociedad donde importa más el parecer
que el ser. Algo que se refleja claramente, dice, en el éxito que tiene
el género de la telenovela en el continente.. Y como también le
interesaba enfrentar a la locura desde la cotidianeidad, investigó y
reporteó mucho el tema, con familiares de las personas que sufren
problemas mentales. Cómo se vive y como se muere desde ese otro lado,
cuando se nubla la conciencia y ya no hay comunicación posible. La
persona perturbada desaparece y se borra, lo que también ocurre con
quienes están en su entorno, señala. Y tal vez por eso, aclara, el
marido de Agustina se llama sólo Aguilar, lo que también refleja la
dolorosa jerarquización que existe en la sociedad colombiana y
latinoamericana, que "no ve" a las clases sociales más disminuidas. Y
resulta que todos estamos inmersos en la locura, explica. Como
colombiana le duele el destino cruel de su país. "Tantas décadas de
guerra aparentemente sin solución nos han llevado a un contubernio con
la muerte y tú te preguntas,. cómo puede florecer una cultura cuando ni
siquiera existe esa raya tan elemental que se traza al inicio de toda
civilización. Por eso, la gente prefiere mejor estar viva que estar
muerta". Dice que no es propiedad de Colombia esta política de arrase
con los pueblos y las culturas. "La muerte es un tema, pero la vida
también es un tema; cómo la gente se afianza en el día a día y acepta
el reto de volver a reconstruir la vida que se te despedaza por las
noches. Las tinieblas se enfrentan con luminosidad, con creatividad,
con un despertar de la cultura por todas partes." Señala que la
Colombia de hoy le recuerda al Chile que ha sido capaz de renacer de
sus cenizas, salir de una de las tragedias mayores que ha sufrido este
continente y reencontrarse como pueblo..
EL BAÚL DE LA FELICIDAD Laura Restrepo dice que las emociones y los buenos recuerdos de una infancia feliz le han servido de escudo contra los episodios difíciles de su vida. Viajó mucho junto a su familia, gracias al dinero de la madre, miembro de una familia acomodada, y a las ansias de libertad y conocimientos que tenía su padre. "A pesar que he pasado en mi vida circunstancias muy difíciles, siempre puedo echar mano de ese baúl de felicidad., de esa infancia tan dichosa y tan buena". El mundo pasaba por las ventanas del "volkswagen" de la familia como una verdadera película. Ella absorbió esta libertad "a su manera", comprometiéndose en política -muy en contra de sus padres- siempre en condiciones muy difíciles, siempre en la oposición. Fue también nombrada como mediadora en las negociaciones de paz con el movimiento guerrillero M-19. "Siempre he creído en los caminos de la paz y la democracia, porque la guerra no lleva a ninguna parte. El proceso de entrega de armas fue muy interesante, pero cuando vi que estos guerrilleros eran asesinados, terminé militando en el M-19, aunque sin armas, buscando esta paz y más adelante el proceso concluyó con la legalización de este grupo". Dice que sigue creyendo que la paz es posible, "pero el Presidente Uribe convenció que la guerra y la represión eran el camino, algo que sólo puede dejar muerte y dolor". Por eso, explica, cuando salió elegido su amigo Luis Garzón -un hombre de izquierda- como alcalde de Bogotá, ella se involucró nuevamente en política. No pudo negarse cuando él la nombró como Directora Distrital de Cultura y Turismo. "El plantea el diálogo y las negociaciones como el camino correcto y por ello, aunque no soy cercana al poder, creo que ésta es la posibilidad de construir une espacio amable, de convivencia y paz; la posibilidad de construir otro escenario, para llegar a acuerdos a través de las palabras y no de los tiros", concluye. Mientras, sigue con sus tareas de recorrer el mundo para hablar sobre Delirio y su premio Alfaguara 2004. Una combinación de literatura y política que asume como un nuevo desafío en su vida. Laura Restrepo nació en Santa Fe de Bogotá, en 1950. Se graduó en Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes y posteriormente hizo un postgrado en Ciencias Políticas. Fue profesora de Literatura en la Universidad Nacional y Universidad del Rosario. Trabajó en la Revista Cromos y fue editora, entre otras publicaciones, de la revista Semana, actividad que alternó con la escritura. En 1983 el presidente de Colombia, Belisario Betancourt, la designó integrante de la comisión que negoció la paz con el movimiento rebelde M-19. En 1986 publicó su primer libro, Historia de un entusiasmo, que le valió amenazas de muerte, por lo que partió al exilio. Vivió entre Madrid y México, donde colaboró con el diario La Jornada y con la revista Proceso. A esa primera incursión en la literatura le siguieron La isla de la pasión (1989), Leopardo al sol (1993), Dulce compañía (1995), La novia oscura (1999), La multitud errante (2001) y Olor a Rosas Invisibles (2002). Es coautora, también, de Once ensayos sobre la violencia, Operación Príncipe, En qué momento se jodió Medellín y Del amor y del fuego, así como del libro para niños Las vacas comen espaguetis. Con la novela Dulce compañía resultó ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz - 1997 de novela escrita por mujeres, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Ha sido merecedora además del Prix France Culture,, premio de la crítica francesa a la mejor novela extranjera publicada en Francia en 1998, y del Premio Arzobispo Juan de San Clemente 2003, otorgado por los alumnos del Liceo de Santiago de Compostela a la mejor novela en lengua española. Los libros de Laura Restrepo han sido traducidos a más de doce idiomas Santiago, 20 de mayo de 2004
Artículo de Raquel Azócar Escamilla Entrevista de Vivian Lavín A. Programa Vuelan las Plumas 2004 Radio Universidad de Chile. |