José Bengoa : "La cultura de la homogeneidad ha marginado a los indígenas" |
Sábado, 11 de Agosto de 2007 22:45 |
José Bengoa no se conformó con los discursos sacralizados que pululan por las páginas de nuestra historia, y descubrió que estudiando las fuentes con la cabeza despejada se pueden borrar de unas cuantas plumadas los mitos y derribar los estereotipos. Como aquellos que aluden con porfía a la "pobreza" cultural y a la falta de organización del pueblo mapuche. O también los que señalan que este pueblo habría venido del otro lado de la Cordillera, de la corriente tupi-guaraní. La lengua original es ya una riqueza, les dijo a los conductores Vivian Lavín y Mario Valdovinos. Lo que constituye a un pueblo es básicamente un territorio, una geografía y una cultura, aspectos que se expresan en el lenguaje. Nacido en la relación del hombre con la geografía vernácula, el mapudungún es una lengua riquísima y aún muy viva, que alude a todas las variedades del entorno y la naturaleza en la que se desarrolló. Por ejemplo, señala, para la palabra lluvia existen muchísimas expresiones y lo mismo para otros aspectos o situaciones de la vida diaria. El Abate Molina, señala, aludió a este aspecto, cuando dijo que "es una lengua tan rica, que probablemente la sociedad que la creó era una sociedad extremadamente rica, también". Pero en el siglo XIX, la voluntad de construir el Estado chileno condujo a una mirada unitarista muy fuerte y a un menosprecio o mirada marginal al conjunto de culturas que había en Chile. Este elemento fue tomado por los historiadores de la época quienes, imbuidos del evolucionismo, vieron en los indígenas sólo parte de un pasado remoto. Se reconocía que el pueblo mapuche era valiente, pero esa valentía provenía de la barbarie. Esto hacía necesario terminar con ellos, primero con políticas agresivas, como la llamada "pacificación de la Araucanía" y luego con políticas más blandas, que incluían la integración forzosa. Bengoa está decidido a desmitificar todos estos "asertos". Luego de analizar fuentes españolas, crónicas, lenguaje, mitología, dice que no puede más que concluir que ésta es una mirada equivocada. La hipótesis central de su último libro es que se había constituido en el sur de Chile una sociedad muy equilibrada, bastante organizada, muy rica, que no tenía Estado, porque había establecido lo que él llama la "cultura de la cortesía", un conjunto de relaciones entre los grupos familiares, matrimoniales, de comercio, de los lugares, de la forma de hacer justicia. Dice que a veces se quiere ver lo que se desea ver y eso les ha pasado a la mayoría de los historiadores. Para el mito de la "pobreza" material y la falta de grandes construcciones Bengoa también tiene una contundente refutación. "Aquí se trataba de una cultura de la madera y no de la piedra, y lo aprendí mirando otras culturas de este tipo, como la nórdica, donde no hay grandes pirámides". Dice que si se lee con cuidado uno puede saber que los mapuches tuvieron construcciones gigantescas, donde había especies de trapecios, donde colgaban grandes cuerdas, por las que bajaba y subía gente. Es cierto que de eso no quedó nada, pero es por las características de la madera, un material efímero, que no permanece en el tiempo. Agrega que hay descripciones de los españoles, quienes describen casas gigantescas, de muchas puertas, y no "rancherías" ni rucas escuálidas. Neruda, Teillier y los mapuches La relación de la sociedad chilena con los mapuches- dice Bengoa- ha sido contradictoria, variando entre la culpa y el orgullo. Pero el tema central, enfatiza, ha sido la voluntad permanente del Estado por hacer valer la homogeneidad, es decir, de considerar que somos un solo pueblo, una sola nación y Estado. En esa afirmación, agrega, no tiene espacio una sociedad como la indígena, aceptada sólo en los ámbitos del pasado (son los pueblos originarios) y en términos folclóricos (es de buen tono conocer de platería mapuche, por ejemplo). Pero lo que nunca se ha aceptado es la diversidad. Fue tanta esta no aceptación desde los orígenes del Estado chileno, que Bengoa ha rastreado sus consecuencias hasta en la obra de nuestros grandes poetas, postulando la "invisibilidad". En el caso de Neruda, por ejemplo, señala que aunque el vate veraneaba en Puerto Saavedra, ni en Los Cuadernos de Temuco ni en Veinte poemas de amor se hace alusión a los indígenas. Estos aparecen sólo cuando viaja a México y se contacta con el mundo intelectual, muy traspasado por el indigenismo. Después, en el Canto General aparecerá indoamérica, Machu Pichu, Lautaro. En Confieso que he vivido hasta recuerda los "apellidos olorosos" de sus compañeros, su fragancia a bosques. Lo mismo pasa, dice, con el gran Jorge Teillier, proveniente de Lautaro, quien tampoco introduce al indígena, hasta después de viajar a Perú. Bengoa dice que esto es sintomático de lo que ha pasado con la sociedad chilena. Pero, afortunadamente, dice, hay cambios, hay más sensibilidad frente al tema. Dice que si no partimos por un reconocimiento de lo que ha sido nuestra historia, es difícil que podamos solucionar la "cuestión indígena". Hoy día la diversidad es un tema vigente en el mundo y ya no es posible seguir funcionando en el carril de la homogeneidad. Por eso Bengoa es partidario de sacarse los antifaces que tapan la mirada. El proceso de desmitificación es sano, enfatiza, "es sano que no nos llenemos de historias falsas, que la historia que nos contemos a nosotros mismos tenga algo de verdad y esté a tono con los tiempos".
José Bengoa es Licenciado en Filosofía y se ha especializado en temas de historia y cultura. Ha escrito numerosos libros, entre ellos Historia Social de la Agricultura chilena (Ediciones Sur ,1991); Historia del Pueblo Mapuche (siglo XIX y XX) (Lom Ediciones, Sexta Edición 2000); La Comunidad perdida (Sur Ediciones, 1997), Historia de un conflicto; El Estado y los mapuches durante el siglo XX (Planeta, Segunda Edición 2002); La emergencia indígena en América Latina (Fondo de Cultura Económica, 2001). Ha sido profesor invitado, entre otras, en las Universidades de Indiana, USA (1996); Cambridge, Inglaterra (1998); Complutense de Madrid, España (2002), y Paris, Francia, Cátedra Pablo Neruda (2003). Es miembro del Grupo de Trabajo de Minorías de las Naciones Unidas. Ha recibido la beca Simón Guggenheim (2002). Actualmente es profesor de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano en Santiago de Chile.
Artículo de Raquel Azócar Escamilla. Entrevista de Vivian Lavín y Mario Valdovinos. Programa Vuelan las Plumas, Radio Universidad de Chile. Año 2004. |