Jorge Díaz : "Soy como el galgo que corre tras la liebre mecánica" |
Sábado, 11 de Agosto de 2007 22:42 |
Dice que la enorme cantidad de obras que ha escrito en su vida no significan fecundidad y que no tiene más ideas que el resto de sus colegas. "Debo confesar que en esto hay una mezcla de ansiedad y juego lúdico", señala, ya que siempre tendrá la necesidad de comenzar una nueva obra para alcanzar aquello que no pudo alcanzar en su obra anterior, aquello que es, a la larga, inalcanzable, como la liebre mecánica que se escapa irremediablemente del galgo que la persigue en el canódromo. Adhiere firmemente a lo que decía el dramaturgo estadounidense Arthur Miller, quien señalaba que había escrito toda su vida sólo para alcanzar "algunos momentos de verdad", momentos que justificaban toda su vida y su obra. En su caso, afirma que cree haber alcanzado en algunas obras "momentos conmovedores ". Pero esos son sólo momentos, añade, y que están muy ligados a los actores, a la representación de su obra por uno u otro grupo. "Todo esto es efímero, es puro humo", dice.
LA ESCRITURA Y LA CREACIÓN A pesar de las cien obras que conmemorará en el 2005, Jorge Díaz dice que nunca ha tenido la conciencia de ser un dramaturgo y ni siquiera de ser un escritor. En el caso del teatro, añade, está la compulsión de entregar materiales que sirvan como estímulo para que un grupo trabaje con ellos. El proceso dramático, explica, se desarrolla en otra etapa que no es la escritura. El expresa sus intuiciones en el papel, para que en la fase siguiente se desarrolle la experiencia en el espacio. Dice que incluso en el lenguaje que queda en una condición subalterna en los espectáculos de teatro, también admite el trabajo del grupo. El dramaturgo sería sólo un estimulador de las vivencias de otros. En ese sentido le interesa mucho publicar, para que quede claro que esta "etapa" es sólo una etapa de lenguaje, pero que luego aparecerán otras etapas en las que él no estará presente. Pero esta etapa no es el teatro ni es la literatura y él no se considera escritor ni literato, sólo un dispensador de imágenes y de palabras para que sean lanzadas al espacio, a veces con resultados y otras no.
LA INFANCIA COMO TERRITORIO POÉTICO
Aclara que él escribe desde la imaginación y no desde la experiencia. "A falta de experiencias existenciales yo adquiero experiencia imaginarias". Y esto, añade, puede ser bastante grotesco. Dice que la percepción poética del mundo no varía mucho desde la infancia y que hasta los 11 años se adquiere la percepción del mundo a través de la magia y después de esa edad envejecemos o morimos. Cree que todos hemos tenido esa percepción de gran intensidad, en esta infancia no racionalizada y después se produce la "encarnación" de la que habló Gonzalo Rojas en su discurso al recibir el Premio Cervantes y aparece el poeta que "escribe" poesías; pero antes todos hemos sido poetas sin escribir versos. Por eso las vivencias mágicas de la infancia, señala, son tan reveladoras e intensas. Como existencia, todo lo que viene después es "reiteración y cenizas". Uno se vuelve profundamente reaccionario, agrega, ya que comienza a aplicar la conciencia lógica y la racionalidad. El poeta es la excepción, el azar lo elige y el lenguaje es una prolongación mágica de la infancia. La mayoría sofoca la fantasía y se zambulle en la racionalidad, mientras algunos, dice Díaz, "no logramos hacerlo". Por eso es desde su propia infancia que escribe para los niños Desde esta perspectiva escribió las percepciones del niño Neftalí Reyes, antes de que se convirtiera en el poeta Pablo Neruda. Es el libro El niño de la lluvia, que lanzará próximamente Editorial Edebé. (*) Empezó escribiendo teatro para niños, porque las obras lo deslumbraron. Asistió a las funciones para niños que hacía Mónica Echeverría, en el teatro La Comedia, las que le parecían extremadamente libres, con una anarquía que no podía conseguir en las obras que ya estaba estrenando con el teatro Ictus. Le fascinó esa integración total entre los actores y el público. Piensa que los niños tienen grandes pasiones que expresan libremente y estas obras le parecieron un ideal dramático. Posteriormente, dice, ha escrito prosa para niños y se percibe cómodo, instalado en un espacio en el que él también se siente niño. Y es también desde esta infancia que sigue presente en él, que participa como uno más en el homenaje que un grupo de grandes amigos le hará el próximo año en la Sala de Telefónica. "Nos hemos puesto de acuerdo en que sean celebraciones antisolemnes, y que en cada uno de los días, con s y con z, predomine lo lúdico".
DÍAZ DE HUMOR De Gato por libro, Aforismos y textos breves. Santiago de Chile. Ril Editores, 2002
*. * Para vivir cómodamente no hay como las grandes ubres. * Me resultaría mucho más fácil creer en Dios, si no nos hubiera creado a su imagen y semejanza. * Los viejos dicen que les falta de todo, que no tienen nada, disimulando la pena con sus prótesis móviles. Puro delirio senil. ¿De qué se quejan? Tienen años, por ejemplo, que no es poco. Y tienen pastillas y supositorios. Se tragan los supositorios y se ponen las pastillas. El orden de los factores no altera el producto. Tienen un cáncer calladito, que es enfermedad de ricos. ¿Qué más quieren?
(*) Recientemente, en junio de 2006, lanzó en Chile su obra de teatro para niños "La isla de los prodigios".
Artículo de Raquel Azócar Escamilla. Entrevista de Vivian Lavín y Mario Valdovinos. Programa Vuelan las Plumas, Radio Universidad de Chile. 29 de abril de 2004. |