Pierre Jacomet

LEER ES APRENDER A PENSAR

Por Raquel Azócar Escamilla

Pierre Jacomet , dice que la culpable de su acercamiento a la lectura fue su abuela. Ella le leía El Peneca, cuando tenía dos o tres años, lo que le sirvió para relacionar las letras y las imágenes y así aprender a leer sin darse cuenta. A los 4 leía en castellano y en francés y a los 6 ya dominaba el inglés.
Al autor de Un viaje por mi biblioteca no le faltaron libros en su infancia. "Estuve en un internado inglés cuya biblioteca tenía versiones para niños de Homero, Sir Walter Scott, Quo vadis y todos me fascinaron. Pasaba metido allí, excepto cuando hacía desaguisados. Fueron los primeros libros", cuenta, recordando que cuando a su padre lo destinaron a Buenos Aires, al estallar la Segunda Guerra Mundial, descubrió la colección Billiken, con los mejores títulos adaptados -con Don Quijote entre otros- y una colección Nelson, en francés, que devoró.
Los libros comenzaron a poblar ese "mundo privado" que se había construido después de la dolorosa salida de Chile. "Nunca me prohibieron acceso a los libros y mi padre me abrió una cuenta en la librería más importante de Buenos Aires -que era igual a Londres entonces-, y leía de todo". Luego una enfermedad que lo obligó a estar mucho tiempo en cama le ayudó a conocer, cuando tenía siete años, a Robinson Crusoe, que leyó unas diez veces. De allí pasó a la Atlántida, de Pierre Benoit y a Ella y Ayesha de Rider Haggard. "Fue toda una lectura ininterrumpida, excepto por episodios de Bill Barnes o Doc Savage y sobre todo, Tarzán, Dumas. Nunca me gustó Salgari, pero gozaba con otros títulos, Un viaje al polo en automóvil, Cazadores de gorilas y, por supuesto, toda la obra de Julio Verne".

GRANDES PARA RELEER

Jacomet tiene muy claro cuáles son los escritores inagotables, aquellos sobre los que se vuelve una y otra vez. Recomienda especialmente Ana Karenina, Guerra y Paz y cuentos de Tolstoy. Hay que leer y releer, dice, a Turguenev, a Pushkin, a Dostoievsky, a Cervantes, Calderón de la Barca, Shakespeare y a los clásicos griegos y latinos. Y, por supuesto, a Montaigne, uno de sus favoritos, de quien nos regaló en 2008 Ensayos, libro uno, mientras prepara el resto de los escritos de este humanista, hasta entregar las Obras completas, para el Bicentenario.
"Montaigne es inagotable y ahora preparo una traducción literal al alcance de los estudiantes de 3º medio. Montaigne es fácil, lo difícil son sus comentaristas y críticos, que separaron la lectura del lector para erigirse en una especie de biombo académico que ‘sabe'. No hay tal: el autor propone un texto, un tejido, y el lector se lo pone, es decir, lo adapta a su mundo interno, a sus expectativas, a sus sueños".
Se confiesa como un lector empedernido que admira a todos los escritores. ¿Cómo elige sus lecturas?. Pues dice que su gran guía es la intuición, basada en el gusto, en aquellos escritores que le "llegan", cuyo "tejido" puede ponerse fácilmente. Y hay algunos que, sin duda, dejaron sus huellas indelebles en este viajero de las letras: Proust, Platón, Epícteto, Marco Aurelio, Montaigne, Rabelais, Cervantes, Montesquieu, Flaubert, Cortázar, y, sobre todo, Borges.
Leer es un viaje que emprendemos llenos de expectativas y al que Jacomet invita de la mano de aquellos que quedaron para siempre en su alma y en su corazón y que le indican a cada momento para qué leer.
"Leemos para entender que todo lo que pasa hoy es la totalidad de lo que pasa. No hay nada nuevo. Leer a los escritores de Atenas, como Aristófanes, es ver los mismos problemas que enfrenta el hombre hoy y la solución que dieron entonces. Así uno pierde esa estúpida sensación de ser el primero en vivir algo". Leer, dice, nos recuerda que el día de hoy es la historia del mundo. Los ciclos de la naturaleza que se manifiestan en nosotros, porque somos formas de la naturaleza, igual que los árboles, los minerales o las estrellas, son siempre los mismos, con pequeñísimas diferencias. Y, además, señala, está la necesaria y fundamental cuota de humildad que nos trae darnos cuenta que la especie humana es "nada" dibujada contra el fondo del Universo. "La biomasa de las termitas es mil veces mayor que la de las especie humana".
Leer, para este degustador de palabras es "aprender a pensar de la mano de algunos hombres superiores como Séneca, Lao Tsé, Chuang Tzu, Dôgen, Kenko, Montaigne, Borges, Octavio Paz, Cortázar, Stevenson, Chesterton...".
Ellos, dice enfáticamente Jacomet, nos entregan la valentía necesaria que requiere el cuestionar cotidianamente nuestras opiniones y convicciones., que no es otra cosa que... pensar.