Si el ejemplo de una madre lectora fue vital para el escritor Juan Antonio Massone, también lo fue el impulso y el entusiasmo que le traspasó uno de sus tíos y, además, los incentivos que recibió en sus años de colegio, aunque, señala, “el paso del analfabetismo personal al de entusiasta lector” recibió el empujón definitivo del propio anhelo de verse y comprenderse.